sábado, agosto 27, 2005

Marca personal

Qué decís que no vas a llorar si sabes que te encanta?

No sé de quién es la frase, pero dió vueltas por mi cabeza toda la noche, anoche. Veía la humedad pasearse entre los paneles de la humanidad, y solo pensaba en "Qué decís que no vas a llorar si sabes que te encanta?". Tendencia al llanto, vano a veces, la mayoría de las veces.
Necesito irme. Lejos. Nada personal, solo íntimo. Hoy me di vuelta en un momento, y lo vi. Estaba ahí, no, no era un mísíl en mi placard, sino mi suave forma de manejar los status quo, mi conformismo. Creí que lo había dejado atrás, pero vi que no fue así. Sin embargo, por suerte no se ha incrementado, solo se mantiene, en una función lineal, constante en el tiempo. Latente. Impecable.
Y además vi que no tenía deseos de salir de mi lugar, o quizás algunos pequeños, que recién comienzan a gestarse, pero que necesitarán un tiempo para madurar. Tiempo? De cuánto tiempo estamos hablando? Horas, días quizás. Pero en la vida de un geminiano eso ya es mucho. Muchisimo. Casi una eternidad. Vivo entre tres y cinco vidas por día, es lógico que me confunda, que malinterprete, que invente, que divague, que tergiverse las cosas. Y que todo fluya rápidamente, sin respiro. Rupturas? Ya no las concibo, no puedo hacerlo. La totalidad incluye las rupturas, no tengo fin.
Y todo conmigo es así, desordenado, una cosa lleva a otra sin secuencia, sin principio, sin cortes.
A veces estoy, a veces no. A veces quiero, a veces no. A veces busco, a veces no. Depende de muchos factores que hasta yo ignoro y que afectan mi existir. Tampoco me importa conocerlos.
Blah, me cansé de escribir y pensar boludeces. Y acabo de enterarme de quién es la frase que puse al principio, un tema de Turf -qué bajo he caído!-
Perdón.

sábado, agosto 06, 2005

Pantomimas

Por qué sigo despierta? No lo sé. Hay tantas preguntas sin respuesta. El aire ríe sin respuesta y encima está cargado de suspenso.
Lo cierto es que me metí en un circo. Y era feliz viendo a los payasos, los acróbatas, los elefantes. Estaba inundada de aquel aire acaramelado. Pero de repente me fue dado un pase para ver qué pasaba detrás del escenario, y fue muy triste encontrar que los payasos lloraban, los acróbatas se caían y los elefantes estaba encadenados. Y no quise más aquel circo. Ni ningún otro. Salí, mis pies me dirigían a través del camino; y no pensaba en nada. Solo soñaba, me ilusionaba con la posible existencia de otro lugar, no ya un circo, sino un lugar apartado, animado, irreal, donde todo era posible, donde todo era goce pero no había un detrás del escenario, no era todo una actuación, no había ningún libreto que dictara los sucesos. Se aceptaba que era un boceto, y que no debía ser perfecto, solo debía ser. No más pantomima. No más comienzos abruptos ni finales inesperados. No más tramas con leit-motivs. No más. Fin.