martes, junio 21, 2005

El sol

Me gusta el sol de los domingos de invierno en la casa de mi abuelo. Iluimina el jardín, destaca el color verde del pasto, el rojo de las tejas y los ladrillos, el blanco de las flores. El aroma de la carne asándose sobre las brasas crepitantes. El murmullo de mis padres, mis tíos y mi abuelo. Mi hermano pateando la pelota, jadeando, corriendo de un lado a otro con el perro.La sensación de paz, de oasis en el medio de la vorágine, de rato enteramente dedicado al ocio. Las páginas del diario recién impresas, y aquella nota que casualmente se relaciona profundamente con algo que estoy viviendo, y me impresiona. El horóscopo y soltar la imaginación, dejarla pasear por entre los días, las horas, los minutos de la semana que comienza. El frío penetrante, que permite idealizar aún más al sol, que nos brinda sus rayos, gratis, e ilumina mi pasado, mi presente y mi futuro. El almuerzo campestre, el pan, la ensalada y la sal caminando por la mesa. Las historias de mi tía hacen el rato aún más ameno.
Me gusta también el sol de octubre, que se desliza por las ventanas del claustro de geografía. Dibuja sus reflejos en el piso e inunda de prosperidad el ambiente. Seguir caminando, llegar al patio y reencontrarse con aquel sol, cara a cara, luz a luz. Una conversación distendida, algo dulce para merendar y alguna bebida. Sentarse y contemplar el tiempo, recordar viejas andanzar por ese mismo lugar y planear otras tantas, futuras. Salir temprano y saberse dueño de un tiempo nuevo, regalado, que no se suponía que debía estar ahí, pero que está. Las palomas de plaza de Mayo, la pirámide casi celestial y los edificios antiguos alrededor, reviviendo el pasado colonial.
Me gusta, además, el sol de verano en plaza Francia. El aroma de los sahumerios más exóticos, los colores vívidos, la gente haciendo de aquel lugar una fiesta. El puente, uniendo dos caminos, elevándose entre los autos, coqueteando con la muerte. Facultad de Derecho, imponente, alzada entre la nada, representando la rectitud, la sociedad civilizada, velando por la justicia para permitirles al resto de los mortales habitantes de esta tierra disfrutar de su descanso en paz. Seguir andando, recorriendo los pasillos que exhiben las obras maestras de grandes pintores; la solemindad de museo brinda el marco perfecto para la expresión de hombre, tornándola exitante, y a la vez prohibida. Avenida Alcorta, al fondo. Autos último modelo, acompañando esa realidad tan porteña, tan irreal. Y una cicatriz, que dejó de sangrar, pero que permanece inmutable en el tiempo, inalterable, y que ya ni pretendo borrar.

1 Comments:

Blogger Angel -|- Negro said...

Avenida alcorta, cicatriz, hoy volvi cansado de hablar de mi.

Donde estemos juntos, será nuestro hogar.
No sé, no sé dónde estás y me vuelvo extraño.

Esta canción es droga para mi, un imán que atrae toda la ansiedad.

Ya se, ya llegue hasta aqui, yte extraño tanto.
He encerrado el cielo para ti, no tengo tierra para mi


Oh dios.... todas las frases.
Flory, por siempre avenida alcorta.

8:17 p. m.  

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