Tuve ganas de volver a escribir y por eso pasé por la frustrante situación de no recordar mi nombre de usuario ni la contraseña que hacía juego y de desayunarme a que ahora blogger pertenece a google, como casi todo en el mundo cybernético (!)
La última vez que publiqué algo en este espacio fue en diciembre de 2006, cuando todavía no estudiaba letras, pero estaba en camino, tenía una relación tormentosa y cargada de rencores con M, no pensaba en ver a Soda Stereo en vivo alguna vez, ni sabía qué iba a ser de mis vacaciones próximas. Sentía que aquella tarde del 15 de diciembre en plaza francia se había roto algo, y necesitaba volverlo palabras para no sé... entenderlo? verlo? cambiarlo? o algo así. Para los curiosos, pude verlo, entenderlo e incluso repararlo de algún modo, o transformarlo en algo mucho mejor, sin tormentos ni rencores.
Hasta acá el segmento autobiográfico.
Mirame. Por favor, mirame. Esta vez sin ese cristal opaco de verdades sin certezas, de confusiones juveniles e instantes imperfectos. Solo mirame y decime lo que ves. Usame como péndulo para entenderte a vos, para entendernos a los dos inmersos en el mundo amenazador y controlador de nuestros momentos inquietantes. Buscame en el pasado y traeme de vuelta, pintándome los ojos con un gris ayer (alguno que también encuentres por ahí) y la boca con un rouge furioso, de esos que tanto te gustaban.
Y volvé a mirarme, ahora con esos reflejos en el aire, y decime que pensás. Si te parezco bonita o avejentada, si los recuerdos me sientan bien o me destruyeron el centro. Si descubrís alguna arruga o marca en mi piel, describila, fijate su relive (si es tuya o solo mia, o de los dos).
Ya sé, te agarro desprevenido, pero no es excusa. Sólo mirame. No hay nada que escribir, nada que pensar, es lo latente, lo permeable, lo que fue y lo que pudo haber sido; eso busco. Ese instante en el que se delineó nuestro contorno y se establecieron los ratos y las formas, los suspiros y las especulaciones.
Moveme, girame, dame vuelta, no tengo secretos ya, no hay escondites ni recovecos que no puedas ver; está todo ahí, estoy toda ahí. Los detalles que ya conocés siguen ahí, temblando, y los demás no son muchos y también esperan.
No me da igual lo que digas, pero no importa; si yo caigo vos también.