jueves, noviembre 24, 2005

Volver

Desde aquel fatídico día de agosto no la veo. Aquel en el que me convencí que debía estar sin ella, que debía arreglarmelas sola, mantenerme en pie. Aquel día en el que se fracturó mi alma, alejándose ya para siempre de esta clase de dolor.
Tiempos difíciles siguieron, de alguna u otra manera, fui descartando la idea del suicidio, cada vez se me hacía más fácil. Trataba de evitar la soledad, rodeándome de muchos amigos, y por las noches, cuando se hacía inevitable, me iba a dormir temprano, eludiendo así el torturador pensar.
Y después se fue el, y el enojo fue lo que me hizo continuar. La tristeza, la ausencia que me comía el corazón, fue canalizada en ira profunda, y dejé de hablar. Dejé de sentir. Dejé casi de respirar. Me entregué a esa otra parte de mi vida que sabía que no iba a volver a repetirse jamás. Me angustié por saber que ellos no estaba ahí para contenerme. Pero el disfrutar prevaleció.
Así, llegué hasta acá. Cargada de llanto, de reproches, de ira, de angustia y de soledad. Pero en el medio de toda esa vorágine de emociones terribles, puede encontrar algo que me llenó la existencia: aquella persona, mi compañera de vivencias, de revoluciones, de ideales. Ese acercamiento que por tanto tiempo se había evitado, logró llevarse a cabo, casi con su consentimiento.
Ahora deciden volver. Yo solo puedo pensar en lo que tenía con ellos, y en lo que tengo ahora. En lo que me hicieron pasar, en que ni siquiera pidieron perdón. En cómo va a ser nuestra vida de ahora en más, es evidente que no puede ser como antes, pero ellos así lo pretenden. Incertidumbre. Y la creciente sensación de que debo tomar una decisión. No sé exactamente en cuanto a qué, pero debo tomarla.
No se puede volver así nomás, el tiempo siguió pasando, la aguja del reloj siguió girando, la vida siguió corriendo. Y ellos se perdieron todo eso. Tendremos todos que aceptarlo.